Homenaje a J. A. Durán: Durán y el Museo de Pontevedra

Museo de PontevedraNunca es fácil despedirse de un Maestro honrado y generoso, y menos si éste es alguien tan querido y entrañable como José Antonio Durán. Todavía, a pesar del tiempo transcurrido desde su partida, parece que en cualquier momento voy a recibir una de las llamadas de aquel genial y antiacadémico contador de historias, aquellas en las que me hacía partícipe de sus últimas investigaciones y la conversación, salpicada de los agudos y afilados comentarios típicos de su sentido del humor, podía alargarse durante horas, aunque siempre me pareciese corta.

A mediados de junio recibí en el Museo de Pontevedra la última. Con su habitual rigor, quería verificar algunas reseñas sobre la pontevedresa familia Juncal para completar el estudio que entonces preparaba sobre Amelia Lerroux, unos datos que él había consultado tiempo atrás en nuestro Archivo Documental pero que, me anunciaba, no podría comprobar personalmente este verano ya que por su estado de salud no podría viajar a su querida ciudad natal. Habló también ese día con la archivera, Mª Jesús Fortes, para concretar más la búsqueda que debíamos realizar, y a ambas nos alegró saber que, a pesar de todo, José Antonio seguía trabajando y que su curiosidad era la de siempre. Quedamos en darle cuenta de los resultados de su consulta, pero, por desgracia, ya no pudo ser.

Su relación con el Museo de Pontevedra venía desde su primera juventud, pues aquí, a comienzos de los años 60, aquel muchacho dotado de una inteligencia muy por encima de la media, encontró en la riqueza de su biblioteca, de su hemeroteca y de sus archivos, los espacios en los que dar rienda suelta a su curiosidad. Entre estos fondos, que llegaría a conocer como su propia casa comenzó, antes incluso de culminar su licenciatura en Filosofía y Letras en Santiago y en Madrid, y desarrollarse su precoz vocación y a iniciar su larga trayectoria intelectual e investigadora. Desde esa época su relación con el Museo fue constante, fue muy estrecho su trato con Alfredo García Alén, a quien le unía su origen familiar paterno en el barrio pontevedrés de A Seca. También lo fue, aunque más distante y a veces crítico, con José Filgueira Valverde y con Francisco Javier Sánchez Cantón.

Aquí descubrió Durán la enorme personalidad intelectual del genial artista y político galleguista Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, a quien también le unía su origen materno rianxeiro, protagonista de su opera prima, El primer Castelao, publicada en 1972. Una obra pionera y fundamental en la recuperación de esta figura crucial de la historia gallega del siglo XX que completaría, posteriormente, en otras como Castelao en “El Sol” en 1976 y culminaría, en 1986, con el comisariado de la primera exposición antológica dedicada a nivel nacional a Castelao. Una histórica muestra organizada por el Ministerio de Cultura, que se celebró en el Jardín Botánico de Madrid y después en el Museo de Pontevedra, hito fundamental para la recuperación y definitiva puesta en valor de esta figura cuya colección conservada en el Museo, y permanentemente incrementada, constituye una de las referencias indiscutibles de la Institución.

Memorias de Portela ValladaresEn una de sus últimas entrevistas Durán se definía como un contador silvestre nada asilvestrado de historias históricas, y, sin duda, pocos historiadores evidenciaron su enorme potencial y capacidad para abordar de forma novedosa estudios históricos de temas hasta entonces poco o nada desarrollados. Apoyado en su gran facilidad para la escritura, fue uno de los primeros investigadores del agrarismo, se convirtió en gran especialista de los movimientos sociales y políticos contemporáneos, y también fue pionero en la recuperación de figuras clave  de la historia gallega y española, entre otros, Manuel Murguía, Rosalía de Castro, los Muruais, Montero Ríos, Alfredo Vincenti o los Armesto o, como en el caso de Castelao, de exiliados olvidados como  Manuel Portela Valladares, Santiago Casares Quiroga o Federico Ribas, o fusilados, como Camilo Díaz Baliño. Unos temas que, con afán pedagógico, también fue capaz de acercar al gran público a través de programas radiofónicos, colaboraciones periodísticas en La Voz del Galicia o El País y de magníficos productos audiovisuales como Historias con Data o, después de la instalación del Taller de Ediciones en su querida casa familiar de Pontevedra y en colaboración con su hijo Jorge, Atlántica Memoria, hasta culminar en su magnífico y premiado blog La Cueva de Zaratustra.

En todos sus trabajos siempre agradeció y puso de manifiesto el valor de los fondos conservados en el Museo de Pontevedra, pero también la ayuda, por pequeña que esta fuese, prestada por sus profesionales. Era un hombre bueno que,  con gran generosidad, hacía extensivo su agradecimiento a todos, desde José Carlos Valle Pérez, director del Museo desde la década de 1980 hasta 2018 y su amigo desde mucho antes, o a Ana Barbazán Iglesias, quien fue excelente bibliotecaria del Centro hasta 2017, pero también dando nombre hasta al último de los becarios, entre ellos algunos que hoy son profesionales fuera del Centro, como Enrique Acuña o Fernando Otero Urtaza, o los que como, yo,  continuamos aquí nuestra carrera, con los que compartió su erudición, su infatigable amor por la investigación y el conocimiento, pero también su placer por la vida.

José Antonio era primo carnal de mi padre, quien seguía con cariño y admiración su carrera y a través de quién muy ponto conocí sus colaboraciones en prensa y sus libros, unas obras que yo apreciaría en su dimensión real durante mis años de estudiante en la facultad de Geografía e Historia de Santiago. Sin embargo, nuestra relación personal, por diferencia de edad y por su residencia habitual en Madrid, se limitaba por entonces a los esporádicos y afectuosos encuentros familiares que propiciaban sus estancias vacacionales en Pontevedra. Fue así hasta que en 1987 ingresé como becaria en el Museo y pude conocerle en toda su dimensión humana y establecer una enriquecedora relación profesional que se hizo particularmente intensa desde 2014, cuando tuve la oportunidad de colaborar con él en la preparación del centenario de Víctor Said Armesto, un proyecto al que deberé para siempre el impagable regalo de las horas en las que fui privilegiada receptora de su saber y su coherencia intelectual.

Familia de La Seca
Foto enviada a los padres de José Antonio de su familia de La Seca

 

HOMENAJE A JOSÉ ANTONIO DURÁN:

  1. Pablo Durán
  2. Mª de los Ángeles Tilve Jar
  3. Javier Munáiz
  4. Miguel Anxo Seixas Seoane
  5. Rafael Chacón Calvar
  6. Justo Beramendi
  7. Luís Cochón
  8. Rosario Álvarez