La dificultad de decir nosotros.- En castellano medieval, el pronombre personal de primera persona del plural era nos, forma idéntica a la latina. Sin embargo, en el primer tercio del siglo XIII encontramos en la escritura, además de nos, la construcción romance nos + otros, ya como nos otros o como nosotros todo junto, tal como actualmente escribimos. En el CORDE (Corpus diacrónico del español, edición digital de la RAE), se registran testimonios de estas formas hacia en 1223 en La semejanza del mundo, de autor anónimo y en una carta de vasallaje del rey Fernando de 1225. Un poco más tarde, podemos encontrarla en El Libro de Alexandre (1240-1250) y en Calila e Dimna (a.1251). Era entonces una forma poco usada, por lo menos en la escritura, pues estas obras citadas contienen cada una un solo testimonio de nosotros frente al más usual nos.
Más antigua es la forma que cita J.A. Frago García en Varias calas documentales en el aragonés antiguo (Archivo Filológico Aragonés. XX-XXI. Zaragoza, 1977) y contenida en un documento bajolatino de 1204 de la Colección diplomática de la Edad Media de la Corona de Aragón,X, publicados por M.L. Ledesma en 1975. En dicho documento aparece la frase: Nos e nosotros frates recipiamus vobis quomodo frati donde parece haber un nos como plural mayestático y un nosotros como un plural que incluye a un yo y un otros, que son los frati. .
En el Libro del caballero Zifar (1300-1305) nosotros ya aparece con más frecuencia, y a partir de ahí comenzará su camino en competencia con el antiguo nos como forma del pronombre plural de primera persona, salvo para el plural mayestático. En CORDE la forma femenina nos otras se registra por primera vez en el anónimo Castigos, de 1293.
En las lenguas romances
Aunque con distinta fortuna, esta innovación romance que combina el primitivo nos con el indefinido otros es común a la mayoría de lenguas romances. En portugués la forma del pronombre personal de primera de plural es nós, pero existe un nós outros, poco usado tanto en Portugal como en Brasil, que resulta ser una forma enfática para marcar el contraste ente el grupo que se asocia a nós frente a otros grupos, como vós outros. En gallego, las gramáticas actuales dan tanto nós como nosoutros. Nós se usaría para el plural inclusivo (eu, tú, el, ela…) frente a nosoutros como plural plural exclusivo (eu y outros pero no vós o vosoutros), especialmente en la zona mindoniense. En francés, la forma propia del pronombre personal de primera persona plural es nous y, junto a ella, está también presente la forma nous autres como enfática o contrastiva para marcar el grupo que se asocia con nous frente al de vous. Algo parecido sucede en italiano estándar en que aparece noi como pronombre personal junto con noialtri o noi altri como formas enfáticas. Por el contrario, el castellano nosotros, el catalán nosaltres o el occitano nosautres surgieron con tal fuerza que, con el tiempo, anularon a las formas simples derivadas del latín nos y se impusieron como única forma para la primera persona del plural del pronombre personal.
Ante estas nuevas formas romances, la pregunta que nos hacemos es la de por qué en romance surgió la necesidad de reforzar nos con el indefinido otros y para qué. Otro procede del latín alterum, acusativo del adjetivo de tres terminaciones alter, -a, -um . En principio marcaba a un miembro de un par y significaba el otro de entre dos. Para decir simplemente otro el latín tenía la forma alius, pero alter fue ganándole terreno, por su mayor precisión, desde el latín arcaico. El sufijo –ter de alter se encuentra también en otras formas latinas todas ellas referidas a un miembro o a otro de un par. Así uter, que como relativo significa aquel de los dos que, como interrogativo, cuál de los dos, y como indefinido uno de los dos. Utercumque es un relativo que significa cualquiera de los dos que. Uterque, un indefinido que significa cada uno de los dos, uno y otro… Ninguna de ellas tuvo fortuna en las lenguas romances.
En lo que conservase de alter, el indefinido romance otro serviría para reforzar a nos y comunicarle la significación de yo con otros, los que conmigo van, que somos unos, frente a vos o vosotros, que sois tú y otros, los que contigo van, que sois para nosotros otros. Nosotros marca la asociación de unos con el que habla, yo, frente a vosotros, otros que van contigo, tú, y que contigo escuchan. El par aquí es por lo tanto nosotros / vosotros y, cuando se usa una de las dos formas se marca un miembro de la pareja frente al otro. En castellano, durante la Edad Media, nosotros podía funcionar como plural exclusivo (nosotros, pero sin vosotros), mientras que nos como la forma inclusiva, situación que parece haberse conservado en gallego, como ya hemos dicho.
La condición de existencia de nosotros es que contenga un yo, un índice de aquel que habla, y además, un otros que no hablan pero que están. Estos otros pueden surgir de combinaciones varias. Así en un nosotros inclusivo debe haber una primera singular (yo) y una segunda singular (yo y tú); una primera con una segunda singular más una o varias terceras (yo, tú el, ella). Una primera con una segunda plural (nosotros, yo vosotros); una primera singular con una segunda singular y con una tercera (yo, tú el , ella, ellos.)… En un nosotros exclusivo pueden darse combinaciones de primera con segunda singular y con tercera, ya singular ya plural (yo y tú y él/ella/), pero la condición es la exclusión de vosotros, la segunda de plural.
La pluralidad de nosotros se establece, pues, por un juego entre la primera persona del singular (yo) ya con la segunda, singular o plural, ya con la tercera, singular o plural, o con ambas a la vez. Todo lo que no es yo es en este plural otros.
«Nosotros» y los cuantificadores
Los pronombres personales en singular no pueden designar cantidad distinta de uno, por lo tanto no pueden llevar cuantificadores. Las determinaciones que admiten son aquellas que refuercen su identidad como el indefinido mismo, -a o el adjetivo solo,-a siempre pospuestos: Yo mismo lo haré; Tú mismo lo puedes comprender…; Yo solo lo haré; Ella sola no podrá.
Las formas del plural admiten también mismos,-as y solos,-as con la misma función y significado. Pero por el hecho de ser plurales admiten otras determinaciones que no son posibles en singular. En primer lugar, pueden ser modificadas por el adjetivo juntos,-as: : Nosotros juntos valemos más que ellos. En segundo lugar, pueden ser construidas con el cuantificador universal todos,-as: Todos nosotros nos moriremos; Todas vosotras os reiréis con el chiste; Todos ellos vendrán a la cena. Si aplicamos todo a yo, a tú o él/ella, el cambio de significado es evidente, porque en Todo yo, Toda tú, Todo él/Toda ella el yo, el tú y el él/ella ya no son índices gramaticales, pronombres, sino que se convierten en verdaderos sustantivos con referencia a una persona real.
En tercer lugar, pueden ser cuantificadas por numerales cardinales: Nosotros dos (tres, cuatro…) nos quedaremos aquí; Vosotras dos (tres, cuatro,…) lo haréis bien; Ellas tres se entienden de mil maravillas, cosa que el singular es imposible que haga. Con todo, si el numeral es alto, como mil o un millón, la frase toma una apariencia agramatical, cuando no lo es.: Nosotros mil nos quejaremos de esto; Nosotros cuarenta y seis millones somos todos españoles. Parece como si nosotros-as, vosotros-as o ellos,-as solo pudiesen ser cuantificados por los numerales más frecuentes en la vida diaria y referidos a grupos pequeños.
Hay que añadir que los cardinales cuantifican sustantivos contables o discontinuos: Tres chicos; Veinticinco pitillos. Cuando un cardinal modifica a un sustantivo no contable, este cambia de significado y pasa a designar partes, porciones o subclases de la materia a que se refiere el nombre modificado: Se bebió tres vinos; Llevó tres grandes disgustos… cosa que no ocurre con nosotros, lo que demuestra que es un verdadero contable, formado por unidades discretas o discontinuas. La única diferencia es que con los sustantivos contables el cardinal va antepuesto y con el pronombre personals va pospuesto (Nosotros tres, *Tres nosotros)
Nosotros, al igual que vosotros o ellos/ellas, entra en otras formas de cuantificación, cosa que tampoco puede hacer yo, tú o él/ella, al subordinarse a través de la preposición de a un indefinido (uno, alguno, ninguno, muchos, pocos….) o a un numeral cardinal (uno, dos tres,…) Por ejemplo: Alguno de nosotros irá a verte hoy; Tres de nosotros se quedarán aquí para vigilar. También puede subordinarse a sustantivo tercio, mitad, decena, docena, centena, millar, una parte, dos partes… para formar estructuras partitivas: Un tercio de nosotros suspenderá.
Por lo tanto, en cuanto tiene formas de género, se deja cuantificar por todos o por los cardinales (dos, tres,…), o puede funcionar sintácticamente como forma subordinada de un indefinido, nosotros no es solo un índice gramatical como lo pueden ser yo (o tú o él/ella), sino que también tiene un contorno que lo aproxima a los sustantivos, palabras con significado léxico o semántico, frente a otros pronombres que solo tienen significado gramatical.
En el contorno de nosotros, pues, se producen al menos dos operaciones. Una que supone la obligación de incluir el índice yo de aquel que habla; y otra, la de que este yo forme grupo con otros. ¿Qué es lo que permite a ese yo hablar y hacerlo en nombre de otros? Esta operación ya no parece solo gramatical, sino política o social. Se asemeja mucho a una imposición o a un pacto entre ese yo y ese otros. Es más, cuando yo habla, como veremos, definirá quiénes son esos otros, que no hablan.. Y esos otros no hablan porque no pueden, ya que el que habla es siempre yo. Admitamos que nosotros puede aparentar hablar solo por delegación o representación, como en las democracias, por un traspaso, una metonimia, de la parte (yo) por el todo (nosotros) en la que nosotros no habla sino que es un yo que habla por nosotros.
Para que nosotros, que como hemos dicho es una forma contable, sea plural es preciso que contenga varias unidades, ese yo y esos otros, y que, de alguna, manera, cada uno de esos otros sea igual al otro, no en cuanto tales sino en cuanto unidades discretas y discontinuas, que pueden ser contadas. Es decir, por una parte nosotros es una combinación de yo con otros (tú, él, ella, otros), y por otra, se obliga que ese yo, tú o el/ella, para que puedan intervenir en el plural, sean de alguna manera uno y uno y uno y uno…o número de veces en que cada uno de ellos, en cuanto es uno, interviene. Dos, tres, cuatro… o muchas veces.
Nosotros plural de yo
Que nosotros es plural y que es primera persona parece claro, pero que nosotros no es un plural como libros también parece claro, ya que libros es una suma de libro y libro y libro… y el total es las veces en que libro aparece en libros. Nosotros no resulta de la suma de yo y yo y yo…como hemos visto y, por lo tanto, no es el total del número de veces en que yo aparece en nosotros, ya que en realidad, yo solo aparece en nosotros una sola vez.
Los que afirman que nosotros es plural de yo afirman también que yo es el emisor en singular y que nosotros el emisor en plural. Como prueba en contrario, se dice que si admitimos que nosotros no es el plural de yo, vosotros tampoco sería el plural de tú, entonces el número de personas del verbo serían la primera singular, yo, la segunda singular, tú, la tercera tanto de singular como de plural: el/ella/ellos, ellas, la primera de plural nosotros y la segunda del plural vosotros. Habría pues cinco personas en el verbo y no tres con su singular y plural. Y esto no es posible si atendemos a la concordancia de pronombres y verbos. Por lo tanto, parece aceptable admitir nosotros como plural de yo como una convención de que en el plural hay más de un persona, ya que si yo pasa al plural tiene que ser necesariamente yo junto con otros. El rasgo plural concierne al número de individuos presentes en una función sintáctica, no al número de emisores. Es decir, el morfema de plural en nosotros tiene valor puramente gramatical, sin alcance referencial.
Sin embargo, es difícil admitir eso de que nosotros es el emisor en plural. En la convención de que nosotros es una combinación de yo y otros, queda claro que yo es el que habla y que otros, los que sean, en cuanto tales, no pueden hablar. Ni siquiera en los cantos de un coro o en las salmodias o rezos se da un hablante en plural o colectivo. Canta o dice cada uno (cada yo) su canto o rezo al mismo tiempo que los demás hacen lo mismo.
El único que habla es yo. Si alguien habla es siempre yo. En nosotros, por lo tanto, el que habla es yo y no otros. Es más, ese nosotros junto con yo puede incluir un tú, por ejemplo: Nosotros, tú y yo, nos queremos mucho. Pero ese tú incluido en nosotros no puede ser el hablante. Si fuera el hablante no podría ser tú, que es el oyente. Los mismo si nosotros incluye un él/ella:. Nosotros, yo y ella, nos queremos mucho. Ella jamás puede ser el hablante por mucho que esté incluida en nosotros.
Nosotros es, pues, un pacto, una componenda de yo, que primitivamente era solo el índice de aquel que habla, aquí y ahora, con otros, para formar grupo. Y en este sentido no puede ser el plural de yo, aunque sí plural y primera persona.
Aparición de yo y nosotros en la frase
En español, a diferencia de otras lenguas como francés e inglés, el pronombre personal no es obligatorio en la frase, ya que las terminaciones verbales indican claramente el número y la persona. Muchos explican la aparición de yo, tú, nosotros o vosotros en la frase por razones estilísticas más que gramaticales, como por redundancia o énfasis. Sin embargo, la terminación verbal, a veces, no puede dar cuenta de los rasgos del sujeto omitido, por ejemplo, en el caso de las forma homófonas del verbo (Tenía: Yo tenía/ Él tenía; Tendría: Yo tendría/ Él tendría) o en la distinción de género como en Nosotros iremos/ Nosotras iremos…
Veamos cuáles son las condiciones que se tienen que dar para que el pronombre personal aparezca de forma explícita en la frase. En el acto del habla, hay que distinguir dos instancias. Una, la instancia del hablante y del oyente, que son personas reales; y la otra, la instancia de la frase. En Hace mucho calor aquí estos días hay referencias a la instancia en que hablan hablante y oyente como mucho calor, aquí o estos días, pero en la frase nada hay que haga referencia alguna a ese yo/tú que están fuera de la frase y que hablan. Además de la frase, que será la instancia de las designaciones y de las predicaciones, hablante y oyente son signos el uno para el otro. En Yo estoy leyendo ahora tu novela, hay no solo predicaciones y designaciones, sino también referencias al hablante y al oyente, como son ese yo o ese tú, incluso ese ahora. Como vemos para que yo aparezca en la instancia de la frase tiene que coincidir la figura del hablante o sujeto del enunciado con el sujeto gramatical de la frase. El esquema completo de la frase anterior sería: Hablante (yo real) [Yo estoy leyendo ahora tu novela] oyente (tú real). El yo, hablante real, coincide en cuanto a persona gramatical con el yo sujeto de la frase. Lo mismo pasa con nosotros, o al menos en apariencia: Nosotros [Nosotros estamos leyendo ahora tu novela] tú.
Gramaticalmente la aparición de yo y nosotros en la frase, ya sea de forma explícita como Yo iré / Nosotros iremos o de forma elíptica (pero mostrándose en la concordancia con la terminación verbal de primera persona, ya singular, ya plural: Iré / Iremos), se debe al mismo mecanismo: la coincidencia del la persona del hablante (yo/nosotros) con el sujeto gramatical de la oración dada. Otras formas de aparición del hablante en la instancia de la fase se producen a través de la familia gramatical de yo y nosotros: mí, me, conmigo y nos que son los casos objeto o complemento con preposición. Aquí se da la curiosidad de que de yo solo puede sujeto y por lo tanto nunca complemento, con o sin preposición (*Eso es para yo ); *Él yo vio (El me vio), Sin embargo, nosotros sí puede ser complemento con preposición : Esto es para nosotros. Parece pues que tampoco aquí nosotros se porta como un verdadero plural de yo.
Otras formas de aparecer nosotros en la frase
Emil Benveniste (Problemas de lingüística general. México, 1966) al explicar por qué nosotros no puede ser el plural de yo, dice que ese nosotros es verdaderamente una junción entre yo y no-yo. En algunos casos ese no-yo no es más que una dilatación del yo como sucede en el plural mayestático, ese que usaron papas, reyes, obispos y otras autoridades. Realmente el pronombre que implica un uso mayestático no es nosotros, sino el antiguo nos que pervive en ese uso. Este recurso retórico es una verdadera hinchazón o inflación de yo para expresar la asimetría y la distancia entre la autoridad y sus fieles o vasallos.
Benveniste aplica el mismo concepto de dilatación al plural de modestia y al de cortesía. Esto no parece ya tan apropiado, pues aquí lo que encontramos no es ese hinchamiento retórico de yo, sino una expansión de yo hacia otro u otros, especialmente hacia tú o vosotros, las segundas personas y figuras del oyente u oyentes. El plural de modestia suele usarse en el discurso académico, propio de científicos, oradores, políticos, profesores, literatos, etc., es decir, de aquellos que de alguna de las maneras posibles se dirigen a un público, sea el que sea. Por esta razón, se le llama con frecuencia plural de autor. Suele aparecer con verbos como creer, intentar, parecer, pensar, pretender, suponer , querer y similares. Así si un conferenciante usa frases como Nosotros intentaremos explicar cuál es nuestra opinión ante este problema se ve que el plural Nosotros intentaremos apunta a un yo no a un nosotros, lo mismo que hace ese posesivo nuestra que determina a opinión.
Este recurso, a veces, se delata a sí mismo en lenguas como portugués o francés. En la primera, cuando en la frase el sujeto es nós en forma de plural de modestia, el complemento predicativo acostumbra a estar en singular como si el sujeto fuese eu y no nós. Así puede decirse: Nós ficamos perplexo com o que ele disse, cuando, por concordancia esperaríamos que el adjetivo predicativo fuese un plural perplexos. Es famosa, y repetida, la frase de Joao de Barros, gramático del siglo XVI: Antes sexamos breve que prolixo. Sucede algo parecido en francés. En frases como Nous sommes fier de vôtre attention va en singular cuando se esperaría plural por concordancia con el verbo sommes,. Lo mismo sucede e Nous sommes etonée de constater ça donde ese etonnée va en singular y femenino mientras que el verbo va en plural. Algo así como si en castellano dijésemos *Nosotras quedamos extrañada al comprobar eso
También en francés la primera persona del plural puede aparecer, en especial en lenguaje coloquial, debajo de alguno de los valores de on. Por ejemplo en la frase On est allées à París, el pronombre on, que es siempre sujeto y singular, concuerda en femenino plural con allées, porque se refiere a un grupo femenino. La traducción sería Nosotras hemos ido a París.
En el dialecto toscano, al igual que el on francés, la construcción si + verbo en tercera persona del singular equivale a una primera persona del plural. Así en toscano Si va mangiar podría ser traducida al italiano estándar por Andiamo a mangiare (Vamos a comer).
El plural de modestia o el de cortesía muestran cómo unas normas sociales regulan en ocasiones ciertos usos del habla. Son normas externas a la lengua, y en este sentido al aparecer en ella, aportan contenido léxico a nosotros, que en un principio era solo un índice del hablante en primera persona del plural, una forma con solo significado gramatical.
El uso de estos plurales obedece a ciertas estrategias conversacionales como una forma de captatio benevolentiae, que trata de evitar las marcas yo/tú en el discurso Es lo que los lingüistas llaman desfocalización del acto del habla o desvío de la atención del oyente. En este sentido, son no solo un caso de silepsis de número, sino también un caso de eufemismo, en especial el llamado plural de autor, como si yo fuese objeto de algún tabú que lo obliga a disfrazarse de nosotros.
Junto a estos plurales de modestia o cortesía, existe otro llamado plural sociativo en el cual un yo se implica afectivamente, ya en forma positiva ya en forma negativa, en el estado emocional o físico de un tú o de un ustedes/vosotros. Es el plural con que un médico, por ejemplo, se dirige al enfermo y le pregunta: ¿Cómo estamos? Aquí el foco de atención se desplaza hacia ese tú o vosotros. No es infrecuente escuchar frases como: ¡Con qué humor nos hemos levantado hoy! o ¡Vaya cara que traemos! Como en los anteriores plurales, no solo hay un juego retórico de implicarse en algo que realmente no puede predicarse de un yo, sino de tú/vosotros/ustedes pero todo a través de la primera persona del plural. Es decir, otra vez, aparece más carga de contenido ya que aquí tenemos añadida la información de un nosotros, que oculta un yo que dice algo que no hace, pero aparece como si lo hiciese junto a tú/vosotros/ ustedes.
Nosotros y su carga semántica
Como hemos visto, nosotros es una verdadera componenda, un nido de contradicciones. Primero por su propia constitución gramatical, esa reunión de nos y otros, que implica una más o menos difícil convivencia de yo junto con otros, que están y que no hablan. En segundo lugar, porque nosotros puede tener varias y distintas referencias según el contexto . Puede incluir un yo y un tú, y no un el/ella/ellos; al contrario, puede incluir un yo y un el/ella/ellos, y excluir un vosotros;… En tercer lugar, puede ser un nosotros universal, aquel que por hipérbole puede referirse a todo el mundo, a todas las personas que en el mundohay : Nosotros, la especie humana. Y por último, tenemos los plurales de modestia y cortesía y los sociativos. En ellos hay, además de inclusiones y exclusiones, figuras retóricas que hacen que un yo pueda pasar por un nosotros, como si de un juego de tabú y eufemismo se tratase. De todo esto tenemos que concluir, que nosotros es, en muchas ocasiones, algo más que un índice gramatical que marca al hablante en primera persona del plural.
Frente a yo, solo y único índice gramatical del que habla, nosotros parece querer escaparse de su estatus de pronombre o índice gramatical para pasar a comportarse como un nombre o sustantivo, cosa que nunca acaba de hacerse por completo.
Así como yo no admite variación morfológica alguna, nosotros junto a nosotras tiene variación de género. Si por obligación yo es siempre uno, y por lo tanto muy precidso en cuanto a su referencia, nosotros muestra una gran imprecisión en cuanto al número de individuos que puede abarcar. El saber cuántos seamos esos que nos definimos como nosotros es, en ocasiones, cosa difícil cuando no imposible. Se comporta aquí como una palabra con significado como piedra o casa, cuyos límites semánticos son, por definición y obligación, imprecisos.
Para mitigar esa impresión y alejarse del hecho de ser pronombre, nosotros se deja modificar por cuantificadores universales (todo,-as) y por numerales (tres, cuatro,…). . Entra en construcciones de subordinación para depende de indefinidos como como uno, ninguno, pocos, muchos…: Uno de nosotros ira a verte.
Al admitir estas determinaciones, en especial la de los cuantificadores universales y la de los cardinales, nosotros se aproxima mucho a lo que llamamos sustantivos contables, compuestos por unidades discretas y discontinuas, y cuyo plural es la suma del número de veces que cada una de esas unidades aparecen en él (libro/libros, oveja/ovejas…). En este sentido nosotros no es un plural morfológico, sino sintáctico, como lo demuestra la concordancia en número con el verbo
Final
Hasta aquí la historia y vicisitudes del pronombre personal nosotros, que parece querer escaparse de esa lista tan cerrada como son la de los pronombre personales para pasar a formar parte de una lista muchísimo más extensa y abierta como es la de los nombre o sustantivos comunes, palabras ya con significado léxico, no gramatical, con las que designamos las personas y las cosas que están en el mundo. Esos significados no son más que ideas o ideaciones de las cosas de las que hablamos. Entre esas palabras es donde nosotros quiere estar. Son palabras con significados más o menos definido, o por lo menos nunca del todo acabado, nunca del todo delimitado, con las que describimos el mundo. Son las mismas palabras con que construimos esas ideologías con las que vivimos. Cosas como piedra, río, madre o patria. Cosas a veces amables, a veces peligrosas . Entre ellas está nosotros. Quiénes sean o seamos nosotros más que una pregunta es todo un problema, tal vez insoluble. Porque, por mucho que digan y repitan, nosotros no podemos ser todos. Siempre seremos un parte, no el todo. Solo podemos ser todos nosotros, los que seamos, nunca todos, nunca todos juntos nosotros, vosotros y ellos/ellas, los que sean.
Para rematar, y añadir aun más confusión, copiamos aquí la traducción que José Luis Rivarola en su artículo ¿Quién es nosotros? (E.L.U.A. 1982) hizo de un fragmento del libro Das Textbuch (Berlín 1970) del poeta Helmut Heissenbüttel (1921-1996):
Si yo no solo fuera yo sino nosotros sería yo tú, él ella. Como yo no soy yo y no nosotros yo soy yo y solo puedo hablar de mí. Si yo fuera nosotros, yo hablaría de nsosotros cuando hablo de mí. Como yo soy yo y solo puedo hablar de mí no hablo de nosotros. Pero pienso hablando de mí (como si nosotros). Hablo como si fuera nosotros. [Nosotros seríamos nosotros si pudiéramos hablar de nosotros. Nosotros no tiene habla. Nosotros es un fantasma hecho de yo más yo. Ese Fantasma yo más yo es un fantasma porque nosotros no podemos hablar de nosotros]